miércoles, 1 de julio de 2009

Su vida



Máximo José Kahn fue un escritor de origen judío que llegó a Toledo siendo alemán y se marchó de aquí siendo toledano para siempre.

Nació en 1897 en Francfort del Mein (Alemania), en el seno de una familia judía duramente castigada por la Primera Guerra Mundial y su post-guerra. Estudió Literatura y Filosofía y, desde muy joven, publicó relatos en el Berliner Tageblatt, aunque tambien se dedicó, por azares de la vida, a trabajos de electrotecnia, arte, comercio, coches y fue aviador durante la guerra.

Llegó a España en 1920, y tras una breve estancia en Madrid, se instaló en una casona de Toledo. El amor entrañable y familiar por la cultura y la filosofía hebraica española llevó a Máximo a investigar las huellas de Sefarad en la ciudad de las tres culturas. Él mismo se reconoce enamorado de Toledo, donde permanece diez años de feliz convivencia. Se casa con Trudis Blumenfeld, adquiere la nacionalidad española y adopta la lengua castellana que domina con maestría. Nunca más utilizará el alemán; toda su producción literaria posterior está escrita en español y, por tanto, debemos considerarla literatura española.
Comienza a publicar artículos, siempre en lengua española, en La gaceta literaria y después en La revista de occidente, donde Máximo utiliza el seudónimo Medina Azara.

En Toledo vivió más de diez años y adquirió cierta fama en la ciudad. Entre sus amistades, más próximas, se cuentan Claudia Sánchez Albornoz, Rosa Chacel y su marido Timoteo Pérez Rubio, Ortega y Gasset y Juan Gil-Albert. Abandona la ciudad cuando el gobierno de la República lo nombra cónsul en Salónica y después embajador en Atenas.

Al finalizar la guerra civil continúa su particular diáspora. Su exilio lo lleva a América, tras pasar por París y Dakar. Viajero incansable recorrerá después varios países: México, Brasil, Argentina… Aunque nunca se sintió erudito ni profesor, pasó años enseñando Historia de los judíos en España en el Instituto de Estudios Superiores de la Sociedad Hebraica Argentina.

En 1953 “una mañana, en su exilo, como español, en Buenos Aires, el camarero de su hotel llamó a su puerta; no contestaban. Cuando logró abrir, Máximo Kahn estaba tendido en el suelo: había muerto”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario