jueves, 16 de julio de 2009

Su biblioteca


La Biblioteca de Castilla – La Mancha conserva los libros que pertenecieron al matrimonio Kahn, durante su estancia en Toledo. Se trata de unos 1000 volúmenes, en general en buen estado y en su mayoría obras literarias. La lengua predominante, de la biblioteca personal de Máximo José Kahn en Toledo, es el alemán, aunque también hay muchos libros en español y algunos en otras lenguas como el francés, inglés, italiano e incluso noruego y holandés.

Su colección de libros nos permite conocer cuáles eran sus gustos literarios y cuáles fueron sus lecturas de juventud. Los clásicos, sobre todo los alemanes Goethe y Schiller, están ampliamente representados, aunque tambien existen obras de contemporáneos suyos como Kafka, Azorín o Unamuno.

Dos particularidades de este fondo son especilamente llamativas. En primer lugar, la cantidad de libros con dedicatoria autógrafa de los propios autores a Máximo Kahn. Por ejemplo, Ramón Gómez de la Serna o Francisco Ayala declaran su amistad y admiración a Kahn dedicándole, de puño y letra, algunas de sus obras. Y en segundo lugar, que hay muchos ejemplares con la portada mutilada, se piensa que, precisamente, para eliminar algunas dedicatorias comprometedoras.

lunes, 6 de julio de 2009

El exilio

El estallido de la Guerra civil española supuso un revulsivo para el círculo de intelectuales amigos de Kahn; una etapa de gran creatividad puesta al servicio de la República en peligro. El triunfo del franquismo le obligó, como a tantos otros, a emprender el camino del éxodo y el llanto.

Embarcó primero en el buque Andros, rumbo a Alejandría, después en el Champolion hacia Marsella y, de allí, a París. Su viaje de Francia a México debió ser bastante azaroso, pues tuvo que hacer escala en Dakar, donde permaneció varios meses junto a otros exiliados españoles.

El exilio fue el agrio camino que esperaba a cientos de miles de españoles al termino de la guerra.


viernes, 3 de julio de 2009

Su obra

Máximo José Kahn produjo la mayor parte de su obra durante su exilio. Algunos de sus libros ni siquiera se han publicado en España, hecho que puede explicar, al menos en parte, el olvido de los estudiosos hacia su obra y su figura.

Su actividad en Toledo está dedicada, principalmente, a la difusión de la cultura y literatura alemanas en nuestro país, así como al estudio de la vida de los judíos en España, y en Toledo en particular, durante la Edad Media. En La gaceta literaria ibérica americana e internacional, semanalmente, escribía reseñas de los libros más sobresalientes que se iban publicando en Alemania, y en La revista de occidente vieron la luz sus estudios sobre la influencia hebrea en la cultura española.

En México, ya exiliado, publica Apocalipsis hispánica, donde sigue ocupándose del judaísmo ibérico, y la traducción española y prólogo de 36 poemas judíos y profanos de Yehudá Haleví. Su actividad de traductor es otra de sus grandes aportaciones. En 1944, en plena Guerra Mundial, traduce al castellano la obra de Richard Maximilian Lonsbach, Nietzsche y los judíos.

Año de noches es su primera novela. Publicada en Buenos Aires en 1944, se trata de un diario donde el protagonista nos revela sus preocupaciones sobre los grandes temas humanos, con un estilo vivo e inmediato. Con su siguiente obra, La Contra-Inquisición, retoma el ensayo. En ella, reflexiona sobre el judaísmo como religión monoteísta y cómo la persecución nazi, lejos de alcanzar su objetivo de exterminio judío, supuso un refuerzo para su religión.

Su última obra es Efraín en Atenas, una novela que contiene ingredientes del ensayo y que nos cuenta la vida de una familia judía en Grecia antes de estallar la Segunda Guerra Mundial.

La obra de Kahn ha pasado inadvertida en la mayoría de los estudios sobre el exilio español y para todas las historias de la literatura española. En su origen alemán o en su religión tal vez esté la explicación de este olvido. En los últimos años, tan sólo la revista Raíces se ha ocupado de revindicar su obra y su figura.

miércoles, 1 de julio de 2009

Su vida



Máximo José Kahn fue un escritor de origen judío que llegó a Toledo siendo alemán y se marchó de aquí siendo toledano para siempre.

Nació en 1897 en Francfort del Mein (Alemania), en el seno de una familia judía duramente castigada por la Primera Guerra Mundial y su post-guerra. Estudió Literatura y Filosofía y, desde muy joven, publicó relatos en el Berliner Tageblatt, aunque tambien se dedicó, por azares de la vida, a trabajos de electrotecnia, arte, comercio, coches y fue aviador durante la guerra.

Llegó a España en 1920, y tras una breve estancia en Madrid, se instaló en una casona de Toledo. El amor entrañable y familiar por la cultura y la filosofía hebraica española llevó a Máximo a investigar las huellas de Sefarad en la ciudad de las tres culturas. Él mismo se reconoce enamorado de Toledo, donde permanece diez años de feliz convivencia. Se casa con Trudis Blumenfeld, adquiere la nacionalidad española y adopta la lengua castellana que domina con maestría. Nunca más utilizará el alemán; toda su producción literaria posterior está escrita en español y, por tanto, debemos considerarla literatura española.
Comienza a publicar artículos, siempre en lengua española, en La gaceta literaria y después en La revista de occidente, donde Máximo utiliza el seudónimo Medina Azara.

En Toledo vivió más de diez años y adquirió cierta fama en la ciudad. Entre sus amistades, más próximas, se cuentan Claudia Sánchez Albornoz, Rosa Chacel y su marido Timoteo Pérez Rubio, Ortega y Gasset y Juan Gil-Albert. Abandona la ciudad cuando el gobierno de la República lo nombra cónsul en Salónica y después embajador en Atenas.

Al finalizar la guerra civil continúa su particular diáspora. Su exilio lo lleva a América, tras pasar por París y Dakar. Viajero incansable recorrerá después varios países: México, Brasil, Argentina… Aunque nunca se sintió erudito ni profesor, pasó años enseñando Historia de los judíos en España en el Instituto de Estudios Superiores de la Sociedad Hebraica Argentina.

En 1953 “una mañana, en su exilo, como español, en Buenos Aires, el camarero de su hotel llamó a su puerta; no contestaban. Cuando logró abrir, Máximo Kahn estaba tendido en el suelo: había muerto”.